Ellos
y ellas actúan de diferentes maneras. En primer lugar, tienen mucha habilidad
para detectar a las niñas, niños y adolescentes que más fácilmente podrían
engañar. Necesitan convencer de alguna manera a las potenciales víctimas para
finalmente atraparlas. Se aprovechan de sus necesidades, logran seducir y
engañar a niñas, niños o adolescentes de cualquier clase social, porque saben
que este sector también tiene carencias de afecto y conflictos en sus hogares.
Logran seducirles con objetos caros porque estamos en una sociedad consumista,
en donde todas y todos están expuestos a las “tentaciones” del mercado, que
instiga a andar el celular más moderno, el zapato de mejor marca, entre otras
cosas.
Entonces
los explotadores pueden prometer el cielo y la tierra, y comenzar a darles
algunas cosas, tales como trabajo, educación, entretenimiento, obsequios con
tal que sus víctimas caigan en la trampa. Muchas veces los proxenetas ofrecen
la “protección” a sus víctimas, manipulando su sentido de vulnerabilidad o la
falta de afecto que sienten. Llega un momento en que los explotadores utilizan
el chantaje, la violencia psicológica,
amenazas de violencia física y el uso obligatorio de alcohol y otras
drogas para asegurar que la niña, niño o adolescente pierda cada vez más el
control de sí misma.
Con
la propagación del internet, los teléfonos celulares y otras tecnologías los
explotadores tienen nuevas maneras de reclutar a sus víctimas. Ahora pueden
tomar fotos a los niños, niñas y adolescentes y subirlas al Internet para
sitios de pornografía.
También
logran el primer contacto a través de redes sociales como Facebook o los
correos electrónicos, se hacen amigos, acuerdan verse en un lugar y luego las
raptan o chantajean para obligarlas a realizar actos sexuales.
Es
común, que con falsas promesas de trabajo logran reclutar a las víctimas, ya
sea para trabajar en las cabeceras departamentales, en la capital o en otros
países. Les pueden ofrecer ser modelos, artistas o cualquier otro trabajo
atractivo. Sin papeles, ni dinero, las encierran en algún burdel disfrazado de
negocio. Cuando es dentro del mismo país, este traslado de un lugar a otro
recibe el nombre de trata interna con fines de explotación sexual comercial, y
cuando es a otros países, se llama trata externa con fines de explotación
sexual comercial.
Otra
forma utilizada especialmente con hombres adolescentes, pero también con
mujeres adolescentes, es a través de ofertas de reclutamiento para equipos
deportivos fuera de sus comunidades, utilizando la fantasía de ser héroe o
campeón. Su introducción en la ESCA puede ser percibida inicialmente por los
adolescentes, como la “buena vida”, y pueden prestarse a la explotación sexual
sin darse cuenta. Pronto a través del uso de la violencia y el secuestro muchos
de ellos, son aislados y atrapados en burdeles, lejos de gente que les puede
ayudar.
Por ello, estemos ¡alerta y pilas
puestas! contra los explotadores sexuales.